El miércoles 5 de marzo se dio inicio a la Cuaresma con la celebración de la Santa Misa presidida por el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. García Cuerva. Ante una importante cantidad de feligreses que colmaron la Catedral Metropolitana el Arzobispo celebró la Eucaristía desde las 12:30hs
En su homilía Mons. García Cuerva reflexionó sobre este tiempo de preparación para la Pascua: «Comenzamos este recorrido de 40 días hacia la pascua. Y entonces, si pensamos la cuaresma como un camino, tenemos que pensar que hay un lugar desde el que salimos, una bandera de largada y también hay una meta. Y creo que hoy la segunda lectura nos puede marcar cuál es la bandera de largada, cuál es el incentivo por el que tenemos que comenzar a caminar. Nos dice la segunda lectura: “Le suplicamos en nombre de Cristo, déjense reconciliar con Dios” Ese es el motivo por el cual comenzamos a caminar en esta cuaresma. Queremos reconciliarnos con Dios.»
También agregó: «Nos dice el Evangelio de Mateo, la limosna, como una de las prácticas. Y uno enseguida piensa, bueno, en la cuaresma entonces tengo que dar más dinero. Y puede ser, por supuesto, porque también el Evangelio tiene que llegar al bolsillo. Pero también tenemos que pensar que justo con el tema del dinero, también hay que pensar otras cuestiones. ¿Qué podemos dar aparte del dinero? Dar nuestro tiempo. Acompañar quizá a alguien que nos necesita. Acompañar a alguien que quizá está solo. Y entonces puedo darle un poco de mi tiempo. Puedo darle un poco de mi tiempo que a veces soy muy celoso y me lo guardo para mí. También puedo pensar en dar un poco de alegría a alguien que está triste. También puedo pensar en dar una palabra de aliento a alguien que está desesperanzado«.
Como segunda práctica en este periodo subrayó: «La segunda práctica. La práctica que nos propone es el ayuno. Y uno enseguida piensa que cuando hay que ayunar, hay que pensar enseguida en dejar de comer. Y puede ser que uno pueda también privarse de algunas cosas para ser más generoso y solidario con los más pobres. Pero no solamente es un tema de comida el ayuno. También es bueno ayunar de comentarios que lastiman, también es bueno ayunar de palabras que destrozan a los demás. Ayunar también de mentiras, ayunar también de celos. Privarnos realmente de algo que sabemos que le hace daño a los demás. De hecho, a veces estamos muy pendientes en dejar de comer carne, pero después nos devoramos entre nosotros. Nos devoramos como hermanos«.
La tercera y última clave que mencionó el Arzobispo fue: «La tercera práctica. Orar, rezar. Qué bueno que en este tiempo cuaresmal entonces, no solamente recemos y cada uno lo hace a su manera y está muy bien, sino que también nos animemos, por qué no, a rezar por las personas que más nos cuestan. A rezar por aquellas personas que quizá nos han hecho daño. Es un modo de amar a los enemigos. Rezar por ellos. No es fácil, pero qué bueno que se nos dé un corazón bueno a cada uno de nosotros. Que en lugar de desear el mal o de vengarse, está pidiendo a Dios que bendiga a las personas que nos han hecho daño, como lo hizo Jesús desde la cruz. Esos son los tres bastones con los que podemos apoyar hoy este camino cuaresmal a lo largo de los 40 días. »
Para concluir Mons. García Cuerva con su alocución mencionó: «Dios a lo largo de estos días de cuaresma nos irá animando a no aflojar. Nos irá animando a darnos por completo a los demás. Nos irá animando a ayunar de palabras hirientes. Nos irá animando a rezar por las personas que más nos cuestan. Porque Él no nos deja tirados, Él no nos abandona como no abandonó al pueblo de Israel en el camino del desierto. Que Dios nos bendiga y que podamos empezar hoy la práctica cuaresmal con estas ideas de caminar juntos y caminar en la esperanza«.
Homilía de Mons. García Cuerva comienzo de Cuaresma
Este miércoles de ceniza comenzamos el camino cuaresmal. Comenzamos este recorrido de 40 días hacia la pascua. Y entonces, si pensamos la cuaresma como un camino, tenemos que pensar que hay un lugar desde el que salimos, una bandera de largada y también hay una meta. Y creo que hoy la segunda lectura nos puede marcar cuál es la bandera de largada, cuál es el incentivo por el que tenemos que comenzar a caminar. Nos dice la segunda lectura: “Le suplicamos en nombre de Cristo, déjense reconciliar con Dios” Ese es el motivo por el cual comenzamos a caminar en esta cuaresma. Queremos reconciliarnos con Dios.
Queremos arrojarnos una vez más al abrazo de ternura que nuestro Padre misericordioso quiere darnos. Y entonces, como si fuese la bandera de largada, escuchamos al apóstol San Pablo que en la segunda lectura nos dice: “Le suplicamos en nombre de Cristo, déjense reconciliar con Dios”. Como dije, si la Cuaresma es un camino, no solamente hay un lugar de largada, sino que también hay una meta. ¿A dónde vamos? Y en ese sentido, creo que la primera lectura del profeta Joel nos dice cuál es la meta.
La meta es: “Vuelvan a mí de todo corazón. Vuelvan al Señor su Dios, porque Él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en amor”. Vamos hacia el amor de Dios. Vamos, como dije anteriormente, hacia el abrazo de ternura que quiere darnos nuestro Padre misericordioso. Por eso, entonces, es importante a la hora de pensar en este camino, ¿De dónde partimos? Y partimos del incentivo que nos da San Pablo en la Carta a los Corintios. Queremos dejarnos reconciliar con Dios. San Pablo incluso lo dice con fuerza: “Le suplicamos en nombre de Cristo, déjense reconciliar con Dios”. Esa es la bandera de largada.
¿Cuál es la meta? La meta es este Dios bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en amor. Y entonces, tenemos que pensar cuáles serán nuestras ayudas, cuáles serán nuestros bastones en este camino cuaresmal. Y en ese sentido, creo que es el Evangelio que nos da las tres pautas de estas prácticas que tenemos que tener en la cuaresma para hacer bien el recorrido, para hacer bien este camino.
Nos dice el Evangelio de Mateo, la limosna, como una de las prácticas. Y uno enseguida piensa, bueno, en la cuaresma entonces tengo que dar más dinero. Y puede ser, por supuesto, porque también el Evangelio tiene que llegar al bolsillo. Pero también tenemos que pensar que justo con el tema del dinero, también hay que pensar otras cuestiones. ¿Qué podemos dar aparte del dinero? Dar nuestro tiempo. Acompañar quizá a alguien que nos necesita. Acompañar a alguien que quizá está solo. Y entonces puedo darle un poco de mi tiempo. Puedo darle un poco de mi tiempo que a veces soy muy celoso y me lo guardo para mí. También puedo pensar en dar un poco de alegría a alguien que está triste. También puedo pensar en dar una palabra de aliento a alguien que está desesperanzado.
Como el tema de dar no es solamente lo económico, aunque sí es muy importante. Dejar que el Evangelio llegue al bolsillo y nos haga solidarios. Pero no solamente es dar cosas. Y no dar lo que me sobra, que en general es lo que a veces hacemos. Sino darnos nosotros mismos. Y darnos con lo mejor de nosotros. Dar de nuestro tiempo. Dar de nuestros talentos. Dar de nuestra alegría. Dar de lo que tenemos en el corazón y tanto necesitamos.
La segunda práctica. La práctica que nos propone es el ayuno. Y uno enseguida piensa que cuando hay que ayunar, hay que pensar enseguida en dejar de comer. Y puede ser que uno pueda también privarse de algunas cosas para ser más generoso y solidario con los más pobres. Pero no solamente es un tema de comida el ayuno. También es bueno ayunar de comentarios que lastiman, también es bueno ayunar de palabras que destrozan a los demás. Ayunar también de mentiras, ayunar también de celos. Privarnos realmente de algo que sabemos que le hace daño a los demás. De hecho, a veces estamos muy pendientes en dejar de comer carne, pero después nos devoramos entre nosotros. Nos devoramos como hermanos.
La tercera práctica. Orar, rezar. Qué bueno que en este tiempo cuaresmal entonces, no solamente recemos y cada uno lo hace a su manera y está muy bien, sino que también nos animemos, por qué no, a rezar por las personas que más nos cuestan. A rezar por aquellas personas que quizá nos han hecho daño. Es un modo de amar a los enemigos. Rezar por ellos. No es fácil, pero qué bueno que se nos dé un corazón bueno a cada uno de nosotros. Que en lugar de desear el mal o de vengarse, está pidiendo a Dios que bendiga a las personas que nos han hecho daño, como lo hizo Jesús desde la cruz. Esos son los tres bastones con los que podemos apoyar hoy este camino cuaresmal a lo largo de los 40 días.
La limosna. Dar, pero también darnos. El ayuno. Privarnos quizá de comida, pero también privarnos de devorarnos entre nosotros con comentarios que lastiman. Y la oración. Cada uno reza a su manera, pero qué lindo en este tiempo animarnos a rezar también por las personas que más nos cuestan.
Por último, el Papa Francisco en el mensaje de cuaresma de este año nos invita a caminar juntos en la esperanza. Este camino cuaresmal no lo hacemos solos. Lo hacemos como hermanos. Como hermanos que a veces les cuesta verse a los ojos y descubrirse hermanos, pero creo que en este tiempo, más que nunca, qué bueno también que la cuaresma sea una oportunidad para seguir apostando por la unidad de los argentinos. Para seguir apostando por la unidad entre hermanos, aunque pensemos distintos. Demasiado nos hemos enfrentado, que ojalá este camino lo podamos empezar a hacer juntos. Que podamos entre todos construir la patria de hermanos. Que tanto decimos, pero después tampoco practicamos.
Y caminamos juntos, pero lo hacemos en la esperanza. ¿Por qué en la esperanza? Porque la conversión, porque el perdón, lo obtenemos un Dios que es infinita misericordia. Él es nuestro baluarte. Él es nuestra roca. Él es el fundamento de nuestra esperanza. No estamos caminando a la nada. No estamos caminando al precipicio. No estamos caminando sin horizonte o sin destino. Caminamos al corazón de Dios. Caminamos a su abrazo de ternura. Caminamos a este Dios que es bondadoso y compasivo. Y ahí radica nuestra esperanza. En volver a tener de parte de Dios su perdón. En volver a tener de parte de Dios su misericordia. En volver a tener de parte de Dios la esperanza de que entre todos podamos volver a construir un mundo de hermanos.
Y creo, y termino, que Dios nos hace también un poquito de trampa. Porque si bien largamos el camino y si bien largamos el camino invitado por San Pablo a dejarnos reconciliar con Dios y como dije vamos a la meta que es este Dios bondadoso y compasivo no es que Dios nos espere en el final del camino. Dios nos acompaña en el camino. Dios está con nosotros en el camino.
Dios a lo largo de estos días de cuaresma nos irá animando a no aflojar. Nos irá animando a darnos por completo a los demás. Nos irá animando a ayunar de palabras hirientes. Nos irá animando a rezar por las personas que más nos cuestan. Porque Él no nos deja tirados, Él no nos abandona como no abandonó al pueblo de Israel en el camino del desierto. Que Dios nos bendiga y que podamos empezar hoy la práctica cuaresmal con estas ideas de caminar juntos y caminar en la esperanza. La imposición de cenizas, del miércoles de cenizas es justamente el comenzar, el empezar, el dar el primer paso en este camino cuaresmal hacia los brazos de Dios que desde la cruz nos dice que nos ama tanto que entrega la vida por amor a todos nosotros. Amén. Amén.
